Título: Tiempo, detente.
Pair: Mikan y Eón
Fandom: Air Gear
- ¿Te crees que voy a pararme Mikan? ¿Acaso no me conoces ya?- chilló Ikki mientras se alejaba con sus air trecks hacia nosabíadónde. Mikan gritaba desde la puerta de su casa. Aquel mono mayordomo le estaba dando últimamente más problemas. Entre aceptar ser parte de Génesis y no ir a por la salsa de las chuletas… se la estaba cargando. Cogió el bol de fideos y empezó a absorber con desgana, simplemente para parar aquel odio y rabia que sentía ahora mismo. Podía haber cogido sus air trecks y haber salido corriendo detrás de él, pero para ser sinceros, Mikan sabía que hacía tiempo que Ikki la había sobrepasado, no, era una tontería salir allí para tener que volver a casa aún más cabreada.
- Disculpe
Ni siquiera se dio cuenta de que Eón había entrado – como de costumbre- por la ventana del baño y estaba apoyado en la puerta, bolsa en mano, esperando a que ésta se diera cuenta de su presencia. Y eso que estaba enfrente suya, pero cuando Mikan estaba cabreada, no se daba cuenta de nada más a su alrededor. Hacía rato que había dejado de estar cabreada con Ikki para pasar a estar cabreada por ella misma. Por no seguir machacándose como antaño con el air treck, por sentirse desplazada al tener a sus dos hermanas pequeñas mejor que ella, por sentirse inferior en aquella familia de 5. Siendo sinceros, hasta Shiraume era bastante mejor que ella, y además podía arreglar unos air treck y mejorarlos en cuestión de horas. Ella… ella sólo sabía comer fideos recalentados. Y encima se le quedaban blandos.
Sano se sentó enfrente de ella, con la mesa de por medio. Era bien sabido que las mujeres no sólo le repugnaban, sino que además las consideraba seres infinitamente emotivos y capaces de utilizar cualquier cosa para ganar. Sin embargo, Mikan, parecía todo lo contrario. El tiempo que había pasado en casa de las hermanas Noyamano había descubierto que Mikan no se dejaba llevar por sus emocionales pasionales, y que era una chica bastante racional, a pesar de los golpes de ira que la producía Ikki. Pero claro, incluso a él le sacaba bastante de quicio Ikki. “Ahh si la Golondrina no le hubiera mandado estar allí…”
Por fin, Mikan se dio cuenta de que no estaba sola y de una patada quitó la mesa de por medio para después señalarle.
- ¡Qué haces aquí pervertido!
Sano levantó la bolsa mientras que con la mano izquierda se subía las gafas.
- Aquí está la salsa que le pidió a Ikki. Lo escuché y pensé que sería bueno complacerla por una vez
Mikan preparaba sus brazos para un ataque ultra letal contra el gafas, pero lo paró a mitad, en cuanto escuchó lo que aquella bolsita traía. Había alguien que había escuchado sus plegarias. “Lástima que sea gay…” pensó mientras ponía bien la mesa y cogía la bolsa que le tendía Sano.
- No tenías por qué…
- Simplemente quise.
Mikan fue hasta la cocina y sacó las chuletas para ponerlas al fuego.
- Deja que te invite a cenar al menos.
Unas manos consiguieron voltear a Mikan que absorta, no se esperaba para nada la siguiente escena. Ya que Sano Yasuyoshi. El mariquita de Eón. Posó sus labios con delicadeza contra los de ella, para fundirse en un beso digno de final de film. Después Sano se separó y mientras se subía las gafas semi torció la sonrisa, en señal de gusto, para después irse andando a la calle. A buscar a Ikki.
12/11/09
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